La pobreza atrapa a la clase media europea
Ya hay más de 115
millones de pobres en la UE
- La exclusión se ceba en la precariedad
M. ANTONIA SÁNCHEZ-VALLEJO - Madrid - 30/01/2012
“(…) Según la Unión Europea , en
2009 había 115 millones de personas en riesgo de pobreza y exclusión social en
territorio de los Veintisiete (el 23,1% de la población), "sin contar
otros 100 o 150 millones en el filo de la navaja", explica Nuño,
"porque dos meses de paro y una hipoteca a cuestas hunden a
cualquiera". En 2007, antes de que la coyuntura económica diera muestras
de deterioro, eran 85 millones de ciudadanos europeos (el 17% de la población)
los que se hallaban por debajo del umbral de pobreza relativa. En la lista
figuran países como Grecia, España o Irlanda, "pero también Francia,
Alemania o Austria", apunta Nuño.
No pintan mejor las cosas en Reino Unido, con una tasa de
pobreza infantil tan abismal que figura en el puesto 22º de los Veintisiete,
según datos de la John
Rowntree Foundation. Londres es la urbe con mayor porcentaje
de menores en situación de pobreza del país. La herencia social tatcheriana,
elevada al cubo por la crisis, tiene hoy contra las cuerdas al 22% de la
población británica (13,4 millones de personas).
(…) ¿Cómo se mide la
penuria? La calificación de pobreza como posición económica relativa con
respecto a la media de ingresos del país y el tamaño de la unidad familiar se
aplica, por ejemplo en España, a hogares con ingresos inferiores a 7.980 euros
al año, incluidas las transferencias sociales (datos de 2009). Hay dos tipos de
pobreza, la moderada o relativa (un 60% de la media de ingresos del país) y la
severa (un 40%). "La mayoría de los pobres se sitúan cada vez más lejos de
este umbral. Los pobres se han hecho más pobres, pero también es cierto que a
los comedores sociales acude gente que no había ido nunca. Las tasas de pobreza
han crecido espectacularmente en niños -uno de cada cuatro está en situación de
pobreza en España-, y bastante en inmigrantes y jóvenes", explica el
sociólogo Paul Mari-Klose, del CSIC.” Articulo completo
El País
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