Después de lo que
pasó en Irak resulta sorprendente que los detalles de las viejas armas de
destrucción masiva estén resurgiendo con la misma frecuencia
28/01/2012 –
Robert Fisk -
Fuente: La Jornada
Dar la vuelta a un hecho es una de las labores más difíciles del
periodismo, y rara vez es más problemático que en el caso de Irán, la oscura
amenaza revolucionaria islamita. El Irán chiíta, protector y manipulador del
"terror mundial"; de Siria, de Líbano, de Hamas. Ajmadineyad, el
califa loco. Y desde luego, el "Irán nuclear", que se prepara para
destruir a Israel en medio de una nube en forma de hongo, hecha de odio
antisemita. El Irán que está listo para cerrar el estrecho de Ormuz. Se acerca
el momento de atacar para las fuerzas de Occidente (o israelíes).
Dada la
naturaleza del régimen teocrático, la repulsiva supresión de sus opositores
poselectorales en 2009, sin mencionar sus masivas reservas de petróleo, hace
que todo intento de inyectarle sentido común a esta historia traiga consigo el
equivalente a una contraindicación médica: No, Irán no es un lugar agradable,
pero...
Tomemos como
ejemplo esas versiones israelíes que damos por buenas, pese a que los servicios
de inteligencia israelíes son más o menos tan eficientes como los de Siria, y
que son repetidas por los amigos de Tel Aviv en Occidente. Nadie en Occidente
es tan dócil como los periodistas. Artículo completo
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